La libertad guiando un sueño

 
Evocando a la pintura de  Eugêne Delacroix «La libertad guiando al pueblo»(1830).Emblemática del romanticismo histórico. Entonces él mostraba una inquietud por los valores de la civilización, recreando un suceso dramático de su tiempo, que de  hecho afecto profundamente la vida de sus protagonistas. Sus valores simbólicos van más allá de lo representado. Delacroix fue pionero en  la representación de estos temas no solo por ser original en términos de temática,  pues entonces no era usual los temas no religiosos, poco académicos y con profunda firmeza en el aspecto exótico de la escena, sino porque en su tiempo las escenas de guerra no eran muy comunes.

 

En mi caso estoy más cerca de un romanticismo ideal si se quiere, pero igualmente preocupada por los valores de esta, nuestra civilización tan cuestionable, donde solo en sueños es posible imaginar un mundo de justicia y cordura, pues el sentido común se ve continuamente oscurecido por actos irracionales, opuestos a cualquier criterio de civilidad.

 

Mampara heráldica, acrílico sobre lienzo, realizado en el 2010

Mampara herálica

 

(..)importantísimo elemento decorativo y arquitectónico que se inscribió en la residencia cubana hace siglos, desempeñando una función que fue determinativa del estilo de la vivienda. Porque la mampara, puerta trunca a la altura del hombre, fue la verdadera puerta interior  de la casa criolla, durante centenares de años, creando un concepto peculiar de las relaciones familiares y, en general, de la vida en común. La mampara clásica de la clase media cubana era todavía, en días de nuestra adolescencia, una puerta superpuesta -en cuanto a la colocación  de los goznes- a la puerta real, que nunca e cerraba o abría, sino en casos de enfermedad o muerte del morador de una estancia, o cuando soplaban los nortes del invierno.

 

La mampara, que aislaba a los moradores lo suficientemente para que no pudiesen verse unos a otros, originaba, en las casas de mucha prole y mucha parentela, el hábito de conversar a gritos, de un extremo a otro de la vivienda, para mejor información al vecino de menudos conflictos familiares.

Tomado de:

LA CIUDAD DE LAS COLUMNAS*, Alejo Carpentier

(*Texto publicado en Revista Arquitectura Cuba. Habana. No. 334. 1965. Pp. 26-39. La ciudad de las columnas. Editorial Letras Cubanas. Habana. 1982)